Los mercenarios ya no desconocían a los demonios. Estos tenían unas garras afiladas y podían volar a altas velocidades. Su único defecto era su frágil cuerpo, que no podía aguantar ataques de los mercenarios. Después de aventurarse por los túneles durante cinco días, los mercenarios estaban familiarizados con estos condenados seres. Por ende, cuando las criaturas de repente corrieron hacia ellos, los mercenarios agarraron instintivamente la poción incendiaria que tenían en la cintura y la lanzaron al piso. Cuando al botella se rompió y el agente hizo contacto con el aire, un muro de fuego envolvió la tierra de inmediato, seguido de una explosión miniatura.