Al final, Kavos y los demás devolvieron el contrato que Rhode les había dado y se fueron. Aparte del término anual, casi todo era igual que con los demás grupos mercenarios. Claro, Rhode no esperaba que lo aceptaran de inmediato. Cuando Kavos se fue, le pidió permiso a Rhode para llevarse el contrato, discutirlo con sus subordinados y ver si querían aceptarlo o no. Tomaron esta decisión porque vieron que lo escrito en el contrato era justo. Después de leerlo con cuidado, admitieron que era un contrato muy persuasivo y no de esclavitud, como habían imaginado antes. Si Rhode podía cumplir con los términos del contrato, no les importaría.
Por desgracia, Rhode olvidó a estos lamentables hombres cuando se fueron porque tenía cosas más importantes que hacer.