—Saludos, Sir Bayer.
Bayer subconscientemente dio un paso atrás tan pronto como conoció a Agatha. A pesar de que habían oído su autopresentación, no habían visto a tales criaturas antes. Aunque Agatha parecía inofensiva, los humanos seguían vigilando lo desconocido.
Bayer sostuvo la empuñadura de su espada antes de volver a sus cabales. Un sonrojo de vergüenza cubrió su cara y bajó torpemente su brazo.
—¿Pasa algo?
—Esto fue lo que pasó —dijo Agatha. Miró al invitado con ojos azules que parecían gemas sin emoción. Parecía que ella no estaba consciente de sus reacciones, o quizás no le importaba. Se quedó quieta mientras su cabello se balanceaba, se retorcía y se colgaba.
—El Maestro está a punto de salir a cazar. Espera que todos se unan a él si están interesados.
—¿Una cacería?