Gaya miró en silencio a Gillian que movía su enorme y peluda cola ante ella.
—Interesante, Srta. Gillian, pero no creo que esté obligada a ayudarla.
—No te estoy obligando a que nos ayudes, pequeña Gaya—dijoGIllian riendo. Extendió un dedo y lo balanceó encantadoramente de izquierda a derecha—.Solo te estoy informando del asunto y espero que puedas ayudarnos. ¿No sería fácil para ti? Vamos, no seas tan mezquina. Nadie sabrá que tienes el poder para resolver este problema si no lo muestras, ¿cierto?
—¿Qué hay de ti? ¿Señor Elemental de Fuego?
Los ojos negros de Gaya continuaron escudriñando a la joven con orejas de zorro frente a ella. Gillian se rio y se recostó en su asiento con tranquilidad. Entrecruzó sus dedos y movió sus orejas complacientemente.