La habitación estaba tranquila, el silencio rodeando a Vivian mientras dormía en la cama. Las cortinas que fueron cerradas, no impedían a los relámpagos para que dejaran de asomarse a través de ellas, ocasionalmente entrando y saliendo para traer luz no sólo a los objetos sino también a las sombras.
Una de esas sombras que acechaba en la habitación se adelantó, arrastrando su oscuro y harapiento manto por el suelo, trayendo consigo la invitación a la muerte. Sin un susurro de voz en la habitación, se paró junto a la cama donde la joven estaba profundamente dormida. La cara oculta mirando hacia abajo en su dirección, pasando de segundos a minutos antes de que su mano se moviera hacia su delgado cuello.
Esqueléticos dedos rondaban sobre ella para envolver su cuello como una sanguijuela sin despertarla.