Vivian, quien estaba empapada por la lluvia que había caído, pateó la piedrita que había en su camino. Tiró del abrigo que llevaba puesto, sintiendo la brisa fresca que la atravesaba para detenerse y mirar, dándose cuenta de que se había olvidado de devolverle el abrigo. Al darse la vuelta no vio ningún carruaje o persona, ya que el hombre vivía en la dirección opuesta. Iban a encontrarse mañana, ella se lo daría entonces; ella asintió para sí misma. Ella llevaba puesto su abrigo, pero él le había dado el suyo para que lo llevara ella.
Al llegar a la casa, subió por la ventana desde donde había saltado anteriormente para encontrarse con Leonard. Finalmente, al entrar, vio a su hermano despertarse sorprendido en el lugar donde había estado esperando su regreso después de que ella saliera corriendo por la ventana sin previo aviso.