Vivian no miró a ninguno. Temía por su vida. Lo poco que había visto la hizo preocuparse por lo que podrías pasar. Un hombre era un asesino y otro sospechaba de cosas de las que ella ni se había percatado.
Ellos se habían adentrado demasiado profundo en el bosque para descubrir lo que estaba sucediendo, pero de qué serviría que alguien cavara tumbas si ella abría la boca sobre lo que sabía.
¿En dónde estaba Everest?, pensó Vivian para sí misma. Esta era la primera vez que esperaba la ayuda del ghoul, pero el ghoul no era suyo. Nicholas le había dicho que le regalaría el ghoul, pero debió haber sido una broma, ya que un ghoul no era algo que uno regalaría o recibiría.