El carruaje Carmichael viajó de la tierra de la lluvia a la tierra del sol, de este a oeste, en dirección a Valeria, donde Vivian y Leonard asistirían al baile de invierno. Después del largo viaje, el carruaje se detuvo frente a una casa decentemente grande que pertenecía a Maximilian Gibbs, quien era un querido amigo de Leonard.
Vivian cruzó las puertas de la casa y la encontró bastante cálida y acogedora, no tenía muchos espacios vacíos. Estaba bien amueblada con algunos artículos decorativos, se sentía lo suficiente cálida como para ser llamada hogar. A diferencia de la mansión a la que había llegado a estar acostumbrada, sólo había una criada, una mujer de unos cuarenta años que era humana y cuidaba la casa de los Gibbs.
—No tiene que molestarse, Sra. Clark —Vivian pudo escuchar a Leonard hablar con la criada que se había ofrecido a llevar el equipaje—, mi cochero llevará nuestras maletas a las habitaciones.