Vivian caminó entre Nicholas y Leonard a través de las aceras limpias del valle de la isla. Con una sonrisa en su rostro, caminó con la espalda recta, como si hubiese nacido de esa manera, sin el estatus de Dama que ahora tenía.
Habían salido temprano por la mañana, por lo tanto, había menos gente en las calles para mirar a la mujer que caminaba entre el Lord y uno de los duques de Bonelake. Vivian era una cara nueva, no era una visitante frecuente del valle, los dueños de las tiendas y las personas que estaban allí se preguntaban con quién estaba la dama que caminaba entre dos de los hombres más estimados de sus tierras.
—Dinos otra vez ¿Por qué nos seguiste? —preguntó Leonard mientras caminaban por la tranquila calle donde hacía menos de dos horas desde que el sol había salido en esta tierra de gracias. En éste hermoso día que habían escogido para hacer las compras para el baile de invierno.