Vivian se paró frente a la iglesia mientras miraba a través de las largas y lisas puertas de madera. Leonard, quien había entrado en la iglesia, se dio la vuelta para verla parada allí y ésta se apresuró a entrar para caminar junto a él.
Las ventanas de colores que se encontraban en las paredes no brillaban porque el tiempo era oscuro y sombrío. Los cuervos graznaban fuera de la iglesia como una presencia ominosa mientras se posaban en los árboles. Dentro de la iglesia, no había nadie a quien ver excepto a ellos, mientras caminaban hacia adelante para pararse frente a la estatua parecida a un ángel.