Vivian no podía creer que había sobrevivido a la primera ronda del examen escrito realizado por el consejo. Quería sonreír, sonreír tanto que pudiera llegar hasta el final de sus orejas, pero dudaba que fuera algo bueno. Con cientos de candidatos que habían participado en el examen, sólo nueve habían sido seleccionados, mientras que el resto fueron rechazados sin ninguna duda pese a la preparación que habían tenido durante todo el año.
Su nombre fue el último en ser llamado y era la única mujer entre la multitud, la gente no se detenía a mirarla con resentimiento. Se sentía demasiado pequeña, como si hubiera sido abandonaba en el lugar, interrogaran y la atacaran por pasar y tomar su posible posición para el siguiente examen.
—Felicitaciones —escuchó a una de las personas que se acercaba a felicitarla por su buen resultado. El hombre llevaba gafas redondas, el pelo desordenado y la ropa opaca—. Yo soy Jamien. Uno de los candidatos aprobados —se presentó.