Heidi estaba animada por mostrarle su lugar a la mujer, y decidió tomar una flecha y apuntar hacia la corteza del árbol. Esa vez, Warren se había echado hacia atrás, alejándose de Heidi para ver si podía dar en el blanco sin su ayuda. Se paró justo como Warren le había enseñado, rezando y esperando que la flecha al menos cayera sobre el árbol. Cuando dejó ir la flecha, la punta impactó en el centro del círculo interior, y tuvo que controlar la sonrisa triunfante que amenazaba con aparecer en su rostro.
—¿Su segunda vez también dio en el blanco, Señorita Frances? —preguntó Heidi a la mujer, quien retorció su boca antes de darle una sonrisa adecuada.
La mujer le respondió: —Es diferente cuando se trata de apuntarle a un árbol, y a un animal en movimiento.
Warren interrumpió su conversación: —Parece que serás una excelente cazadora con un poco más de práctica. Debes tener talento natural —la bañó con cumplidos, los que la hicieron sonrojarse.