Heidi había salido al bosque con los Lawson, con la prima de Warren, Agnes, el Sr. Rufus y Nicholas, en una tarde soleada y con un cielo despejado sobre ellos. Generalmente era así: salir a cazar cuando no había indicios de lluvia. Era la cuarta vez que Heidi se unía a ellos en su actividad de caza, y la diferencia de ese día, con el resto de los días, era que tenía un arco y una flecha en la mano. No lo disfrutaba, pero sabía muy bien que esa era una de las cosas comunes que hacía la élite; matar animales para matar su propio tiempo.
—¿Cuál era la apuesta que dijimos? —preguntó Venetia, ya lista y apuntando a algo que Heidi no podía ver.
—El que cace el venado bura más grande, en menos de una hora, se le dará tierra de cada uno de los participantes —dijo el Señor Nicholas mirando alrededor del bosque.
—Creo que la Señorita Heidi, y la Señorita Frances, no participarán —dijo Timothy mirando a las damas.