Tocaba lenta y continuamente, moviendo los dedos y presionando las teclas sobre el piano de cola. Sus ojos mirando hacia arriba y hacia abajo, desde la partitura de piano que estaba puesta en frente de ella. Era una composición pequeña, pero sus dedos trataban de estar en todas las teclas a la vez, a medida que pequeños tonos de música surgían del instrumento.
―Eso es todo por ahora ―dijo con una mirada tímida.
―Tus dedos están demasiado rígidos ―respondió, con sus ojos en los dedos de ella ― necesitas relajarlos. Mira mis dedos ―y ella lo hizo, viéndolo tomar sólo la parte izquierda de las teclas. Sus movimientos eran como agua fluyendo en el río. Si fuese posible, Heidi podría escucharlo tocar todo el día y toda la noche, pero el hombre no la dejó disfrutar de él tocando música.―Stanley tiene el hábito de empezar con cosas que son difíciles. Vamos a enseñarte algo más simple. Sigue mis dedos.