Al oír los pasos, el mayordomo se dio la vuelta para ver al Señor Nicholas viniendo hacia donde estaba:—Has hecho un trabajo maravilloso, Stanley —alabó Nicholas a su mayordomo.
—Hice exactamente lo que me pidió, amo.
—Creo que eso será todo con el Sr. Wilford. ¿Por qué no vas a atender a los otros huéspedes que tenemos mientras yo tengo una pequeña charla antes de que acabe con él? —le indicó Nicholas, viendo al mayordomo hacer una reverencia, y llevarse todo su equipo, con la ayuda de un carro, hacia la celda de al lado.
—¡No...no puedes hacer eso! —tartamudeó el Sr. Wilford asustado, con la sangre saliendo de su boca:—El Consejo no serán misericordiosos contigo si descubren que me has matado.