Heidi sintió cómo se congelaba y se giró para ver a Nicholas caminar hacia ella, con sus pies dando pasos suaves a través de la habitación, sin hacer ruido. Finalmente cayó en la cuenta de que ya no estaba en el establecimiento, sino en su habitación, de vuelta en la mansión Rune. A medida que la adrenalina que había aumentado antes, bajaba, ella miró la cadena y luego al Señor, preguntándose por qué la tenía alrededor de su pierna.
—¿Por...por qué estoy encadenada? —le preguntó ella, con temor en su voz. El primer pensamiento que se le vino a la mente fue que iba a ser sometida a juicio por el hecho de que había matado al guardia. Pero Nicholas no lo permitiría, ella sabía por lo menos eso sobre el hombre. «Entonces, ¿por qué?»
—Cálmate —le escuchó Heidi decirle, arrullándola como a una niña —Necesitas descansar —le enrolló el brazo alrededor de su cintura, y la llevó suavemente de vuelta a la cama.