Heidi vio a Warren volteando la cabeza hacia otro lado, y miró de nuevo para ver a Nicholas que ya la estaba mirando. Ella no sabía qué hacer ante esta situación. Ella había pensado que no sería extraño estar cerca de Warren, pero la verdad es que era incómodo en ese momento. Como si no fuera lo suficientemente evidente, escuchó a Nicholas hablar:
—¿Por qué están ahí parados los dos? —señaló él —Creo que ya lo tienen todo arreglado entre vosotros. Apreciaría que ambos siguieráis el juego ahora, sin crear ninguna sospecha una vez que lleguemos a la mansión de Scrimgeor.
El viaje hasta la casa de los Scrimgeor duró menos de una hora, conduciendo el carruaje a través de los pueblos y el bosque. Heidi se sujetó la parte delantera de su vestido cuando se bajó del escala del carruaje, mientras el cochero estaba de pie a un lado. La casa estaba situada en medio de otras casas, con grandes paredes que la cubrían y protegían.