Mientras Nora se alejaba, con una de sus manos tirando de la muñeca de trapo, se encontró con su hermano Daniel.
—¿La oíste gritar? —preguntó el chico, a lo que Nora sólo asintió. Luego susurró—: Creo que es un fantasma —asustó a su hermana menor.
—¿Fan...fantasma? —preguntó la niña con miedo.
—Sí. ¿Por qué crees que él no se la llevó consigo? La dejó aquí para que nos lleve a todos.
Se rio antes de irse a su habitación.
La niña se quedó allí parada, aterrorizada por lo que dijo su hermano antes de volver a donde estaba su madre. Abriendo la puerta de par en par esta vez, ella entró.
—¿Madre? —llamó Nora, parándose detrás de la mujer.
—Hmm, ¿Nora? ¿Qué haces fuera de la cama, niña? —preguntó Helen, pasando su mano sobre la cabeza de su hija. Su madre le habló con una voz baja y suave, para que no molestara a la niña que descansaba en la cama.
—Tengo miedo, madre. ¿Podrías arroparme en la cama, por favor? —pidió Nora.