«¿Eran estos los celos enloquecedores de los que ella había oído con respecto a la unión de almas?» Nicholas estaba siendo ilógico en su razonamiento. No había nada entre Noah y ella, ni siquiera algo remotamente cercano había sucedido, excepto por la ayuda que él le brindó cuando Howard y ella habían ido a pescar en el río.
—El chico ha vuelto a ocupar tu mente —declaró él, mirándola a los ojos que estaban concentrados en él.
—Si no lo hubieras invitado a tu pequeña fiesta de té, él no habría estado ocupando mi mente durante estos minutos —replicó ella, dándose cuenta de que debería haber tenido un acercamiento distinto al tema.
—Entonces sí estás pensando en él —declaró Nicholas, dándose vuelta y dirigiéndose hacia afuera.
—¡¿A dónde vas?! —preguntó ella aterrorizada.
—A enviar a Toby para que le pida Stanley que traiga al niño para que los lobos puedan tener una buena cena esta noche.
Heidi lo siguió, manteniendo el mismo ritmo que él.