Cati se estremeció cuando Alejandro movió su mano de la cintura a su abdomen, y cuando sintió que el recorrido se dirigía hacia su cuello, su respiración se aceleró. Todo mientras Alejandro examinaba su rostro, evaluando todas las reacciones que lo cruzaban.
Cati ladeó la cabeza y se elevó en las puntas de sus pies, lo que Alejandro respondió con una leve inclinación para besar sus labios. Mordía y halaba el labio de Cati de forma tentadora. Sus manos sostenían el rostro de la chica mientras su lengua penetraba su boca.
Cati gemía y suspiraba ante el beso, reposando sus manos en los hombros del Señor. Alejandro besó cada lado de su barbilla y luego bajó al cuello, mordiendo y luego acariciándola con la lengua. Las sensaciones tan variadas nublaban la mente de Cati.