Los ojos de Cati se abrieron ante la sorpresa, su garganta se secó, y se le fue la respiración. Debía haber sabido que el Señor Alejandro estaba al tanto de todo. ¿Había escuchado algo? Seguro que sí. Al verlo guardando el cuchillo, sintió un nudo en la garganta.
—Nunca haría eso —murmuró Cati mientras sentía a Alejandro, que presionó sus fríos dedos en su frente.
—Vaya, eso es una lástima —dijo bajando la mano.
¿Pensaba que Cati llevaría a cabo el plan de Norman? Sí era bien sabido que Alejandro no confiaba en nadie, en especial en los humanos. Y ella era humana.
—¿Creyó que lo haría? —preguntó en voz baja.
—Lo harías? —insistió Alejandro divertido.