La chimenea ardía a medianoche, mientras el Señor Alejandro leía los documentos que el Concejo le entregó el día anterior, sentado en su silla gris.
Matías era sus oídos en lo concerniente a los reportes de procedimientos que ocurrían en la corte del Concejo. Alejandro no confiaba en cualquiera, pero confiaba en él, pues le había conseguido el cargo, y el hombre había sido extremadamente fiel.
El hombre era cauteloso en cuanto a Alejandro, pues estaba al tanto de su forma de tratar a aquellos que lo traicionaban. Muy pocos, como el lento Señor del Sur, que era humano, se atrevían a ponerse del lado malo del Señor de Valeria.
Sus hombres habían reportado la posibilidad de que el Señor Norman se asociara con cierta bruja oscura. Parecía que tendría que ir a presenciar el procedimiento del Concejo.