Cati dejó sus manos en su regazo mientras las mucamas servían la comida. Su piel se cubría de escalofríos y hacía puños firmes para evitar que alguien lo notara.
—Catalina, permíteme presentarte a mi madre, Ester —escuchó que Silas anunciaba.
Sin mostrar su sorpresa, Cati sonrió amablemente al saludar a la Señora.
—He escuchado mucho sobre ti. Es un placer conocerte finalmente —habló Ester con voz amable.
Cati se preguntaba si Silas había hablado de ella, pero su duda fue despejada rápidamente.
—Mi esposo me dijo que el Señor de Valeria sentía interés en una humana, y me causó gran curiosidad, en especial debido a los rumores que circulan en la élite. Durante mi regreso escuché cosas realmente interesantes.
—¿Y qué cosas son esas, Señora Norman?
La Señora, que sostenía sus utensilios, miró a Cati con una sonrisa.