En su memoria, su madre siempre había sido una persona pacífica y tranquila. Nunca había visto a su madre perder la compostura; era como si nada en el mundo le importara. Incluso si el cielo se fuese a caer, ni siquiera pestañearía.
Xinghe era la más impresionada por su brillantez; era la mujer más inteligente que Xinghe había conocido en este mundo. Todo lo que Xinghe era lo había aprendido de ella, incluso su personalidad tranquila que rayaba en la frialdad, la había heredado de su madre.
Sin embargo, su capacidad era aún menor que la de su madre. Esto era para mostrar cuán verdaderamente talentosa era la madre de Xinghe. Por lo tanto, Xinghe no podía entender lo que pasaba por su mente. Si se tratara de cualquier otra persona, Xinghe sería capaz de leer su mente, pero ésta era su madre, la única persona a la que no podía entender.
Xinghe se quedó junto a la ventana, rumiando sobre lo que He Lan Yuan había dicho. Mubai se acercó y le pasó una botella de agua.