Sam y el resto estaban atónitos. ¿Qué dijo? ¿Nos hará esperar junto a las naves espaciales mientras ella se queda para lidiar con el sistema?
Mubai fue el primero en agarrarla por el brazo y la fulminó con la mirada mientras exigía:
—¿Has perdido la cabeza?
Xinghe le lanzó una mirada y repitió firmemente:
—Me quedaré atrás para romper el sistema de defensa; el resto de ustedes vayan a hacer los preparativos necesarios y reúnanse junto a las naves espaciales. ¡Váyanse, ahora!
—Xinghe, ¿estás loca? —rugió Sam con agitación—. Nos iremos juntos o moriremos juntos, ¿cómo podríamos dejarte atrás?
—Si no me quedo, todos moriremos —respondió Xinghe con calma, lo que silenció a Sam y al resto. Las sirenas de la base seguían sonando, pero ya no había miedo en el corazón de la gente que miraba en silencio a Xinghe. Ellos no esperaban que ella tomase esa decisión; ella se sacrificaría para ayudarlos...
