—Asumí que nadie sería capaz de hacerlo, al menos no en un período tan corto de tiempo. Pero ustedes han hecho lo imposible, realmente los he subestimado.
La sorpresa era evidente en la voz de He Lan Yuan, pero aún así no sonaba como si les estuviese tratando como si fuesen una amenaza. Su mirada escalofriante escudriñó a todos los que estaban ahí y He Lan Yuan preguntó con los labios curvados—: Ahora, ¿puede alguien decirme quién es la persona que pirateó el sistema aquí? Tengo que conocer a un talento tan raro.
Todos hicieron todo lo posible para no mirar hacia la dirección de Xinghe. Podían tener miedo de He Lan Yuan, pero todos ahí eran personas de principios. Xinghe había ayudado mucho al mundo descifrando el sistema informático, ¿cómo podían traicionarla? Sin embargo, también sabían que si no decían la verdad, He Lan Yuan no los dejaría escapar fácilmente.