Los ojos llorosos de Xinghe lo miraban fijamente. Mubai también la miraba intensamente a los ojos. Como una pareja separada durante mil años, escaneaban cada centímetro de la cara del otro, sin querer desperdiciar ni un segundo parpadeando. Tenían miedo de que el otro desapareciera en el aire si parpadeaban.
Xinghe intentó ponerse de pie, deseando verlo más de cerca. Sin embargo, al segundo siguiente, ella fue arrastrada a los brazos de Mubai; ¡él la sostenía con fuerza!
Mubai puso más fuerza en su abrazo, como si quisiera unir su cuerpo al de ella. Inconscientemente, Xinghe lo abrazó de vuelta...
Permanecieron en esa posición en silencio durante bastante tiempo. No había necesidad de palabras, pues ambos absorbían la presencia del otro. Finalmente, sus corazones, que trabajaban tiempo extra, comenzaron a calmarse.