Era tan débil que apenas se oía. Sin embargo, por lo menos seguía latiendo. Su corazón se mantenía a pesar de que en realidad no debería. Xinghe estaba agradecida por eso.
Xinghe se inclinó para mirar de cerca a Mubai. Abrió los labios para decir: —Xi Mubai, si me oyes, prométeme que te aferrarás y no te rendirás. Esta es la única petición que te hago, te pido que resistas. No importa lo difícil que sea, por favor no te des por vencido. No voy a renunciar a ti, así es que te pido que hagas lo mismo por mí. Sobrevivamos a esto juntos, ¿de acuerdo?
La única respuesta de Xinghe fue el pitido del electrocardiograma. Esa era una promesa tan buena como cualquier otra para Xinghe. Su corazón seguía latiendo, así es que ella sabía que él aguantaría. Ella sabía que él era la persona más determinada del mundo, por lo que alguien como él no moriría tan fácilmente.