Xia Zhi sonrió con orgullo.
—Ese es el mayor orgullo de mi vida. Hermanita, gracias por ser parte de mi vida.
Xinghe miró su rostro sonriente pero no dijo nada. Xia Zhi mantuvo su contacto visual y suspiró.
—Por estas fechas, el año pasado, seguíamos luchando con la vida. Realmente no pensaba que tantas cosas cambiarían en un año. Hermanita, todo esto es gracias a ti. Has impresionado a todo el mundo y has puesto en su lugar a los que se atrevieron a intimidarnos y a despreciarnos. Has abofeteado a todos los que nos hicieron daño...
Xinghe se disculpó.
—Si hubiese recuperado la memoria antes, tú y tu tío no habrían sufrido tanto.
—Está bien, al final todo valió la pena. Estoy muy satisfecho de cómo han salido las cosas. Hermanita, ¿y tú?, ¿estás contenta?
Xinghe asintió. Lo único que pedía en el mundo era que la gente que le importaba fuese feliz, no anhelaba nada más que eso.