—Pero ella no pudo haber evitado a la policía por su cuenta, debes haber sido tú quien la ayudó a escapar del país, ¿verdad?
—Yo no hice tal cosa, si todos ustedes quieren culparme de eso, no puedo hacer nada al respecto —contestó Munan despreocupadamente, como si a él no le importase cómo lo veían.
—Entonces, ¿tuvo algún trato con ella vendiendo las municiones militares robadas en conjunto?
—No.
—¿Cree que podemos creer en eso? Fue sospechoso de este cargo antes y era el más cercano a Xia Xinghe. Ayer, la gente de la organización de municiones incluso vino a asesinarlo porque pensaron que los entregaría. Todo esto es evidencia circunstancial, pero la validez de la evidencia no puede ser negada.
—Yo, por ejemplo, cuestiono su validez. Si no, ¿por qué no ha habido pruebas concretas de que haya hecho algo así? —contestó Munan con una ligera sonrisa.
El juez frunció un poco el ceño.