Philip le agarró la garganta con fuerza y le advirtió: —Antes de tomar mi decisión, te mataré si te atreves a ponerle un dedo encima. Escucha atentamente, si alguien de tu grupo se atreve a tener alguna idea maliciosa acerca de ella, no escatimaré en gastos para perseguirlos a todos y cada uno de ustedes. Soy un hombre de palabra, ¡ahora vete de mi casa!
La empujó bruscamente fuera de su camino. Aliyah abrió los ojos de par en par impactada; le estaba costando mucho tolerar tal humillación.
Ella miró a Philip y sonrió.
—¡Bien! Seguro que tienes agallas, Philip. Pero no creas que puedes permanecer en la cima por mucho tiempo, entenderás el significado del arrepentimiento muy pronto. ¡Déjanos ir!