El corazón de Xinghe cayó cuando escuchó esto; no podía creer que Mubai había muerto así como así. Fue lo suficientemente ágil como para poner un paracaídas en ella, debió haber tenido tiempo para ponerse uno él mismo. Tal vez había aterrizado en algún lugar lejos de la actividad humana....
Xinghe le pidió a Sam y a la pandilla que la llevaran al lugar del accidente. Cuando llegaron, el día ya estaba empezando. La noche anterior, una unidad militar había limpiado el lugar y se había llevado los cuerpos. Xinghe escudriñó las ruinas por todas partes, sin dejar piedra por remover.
Ali se acercó a su lado para preguntarle: —Xinghe, no hay nada aquí, ¿qué estás buscando?
—Yo tampoco tengo idea... —contestó suavemente Xinghe. Estaba mirando a su alrededor para ver si podía encontrar alguna pista. Finalmente, después de registrar el área, Xinghe encontró un reloj medio roto. Era de Mubai...