Saohuang se rio malvadamente cuando recibió la respuesta.
—¡Muy bien! ¡Esta vez, haré que sientan desesperación!
Sun Yu, con sus gafas de oro, sonrió.
—Anoche, hasta se les ocurrieron estrategias. No son malos, desgraciadamente, ahora son todos inútiles.
Saohuang se rio con superioridad.
—Bueno, la gente inútil sólo puede hacer planes inútiles. Mírame, a partir de este momento, ¡comenzaré yo a hacer añicos a la familia Xi!
—Felicitaciones, jefe —alabó Sun Yu.
Saohuang siguió riéndose. Podía ver la victoria a su alcance. Por supuesto, su objetivo de vida era más que ganar este pequeño concurso. Un día, tendría el mundo entero a sus pies. ¡Su objetivo era la cima de la pirámide humana! ¡Y llegaría allí pisando los cadáveres de la familia Xi!
…