—No hay nada más —contestó Xia Meng.
Xinghe entrecerró los ojos ante ella.
—¿Estás segura?
—Por supuesto...
Xia Meng agitó la cabeza para enfatizar, pero sintió que Xinghe había visto a través de ella.
Xinghe no continuó esta línea de interrogación, sino que se preguntó: —Entonces, ¿cómo es que tengo la sensación de que la célula de memoria no es lo que Ye Shen quiere?
La expresión de Xia Meng se congeló.
—Ye Shen no tiene ni idea de las células de memoria. ¡Lo que él quiere de ti es otra cosa muy diferente, algo más importante que la tecnología de la célula de memoria!
Esta vez, había vehemencia en las palabras de Xinghe. La cara de Xia Meng palideció y sus manos sudaban por el nerviosismo. Sin embargo, se mordió la lengua y no dijo una palabra...
Xinghe fue testigo de ello y decidió no presionarla más. Ella dijo en voz baja: —Tengo dos últimas preguntas para ti.
—¿Qué?
