Xinghe no respondió, pero se volvió para mirar a Xia Zhi.
Xia Zhi siguió el ejemplo y abrió la gran caja que llevaba en sus brazos. Se abrió para revelar un brazo artificial emulando al del hombre.
¡Aparte de Mubai, todos los presentes estaban desconcertados!
—¿No es... no es el mismo que el de Ruobing? —espetó la Sra. Xi.
Ella tenía razón, el brazo era exactamente igual al de Ruobing.
Acababan de terminar de estudiar el producto de Ruobing para que no se pudieran confundir las similitudes.
Ruobing corrió hacia delante, enfadada.
—Xia Xinghe, ¡así que robaste mis cosas! Esta no es tu obra, ¡es mía! Mi equipo creó tres prototipos y el que tienes es uno de los míos.
La multitud estaba sorprendida.
¿Cómo puede Xia Xinghe robar el diseño de Ruobing y luego fingir que es de ella? ¡La mujer no tiene vergüenza!