El ceño fruncido de Tianxin se transformó en una sonrisa de satisfacción.
El discreto cambio en su expresión no escapó a la detección de Xinghe.
—La gente cambia, ocurre —respondió tranquilamente Xinghe a la observación de la vieja Madame Xi.
Tomó la iniciativa y preguntó a la vieja Madame Xi: —¿La razón por la que Madame Xi me ha llamado aquí a hablar es acerca del evento ocurrido en el laboratorio?
La vieja Madame Xi recogió el deseo de Xinghe de ir al grano.
Sonrió levemente.
—Tienes razón. Parece que no temes que vaya a castigarte por tu error.
—Seguro Madame Xi tiene un sentido del humor interesante. No tenía idea de que siquiera había cometido un error —respondió calmadamente Xinghe.
Y continuó: —Si se refiere al incidente en que la señorita Yun fue ahuyentada del laboratorio, entonces le aseguro que, en ese particular incidente, no cometí un error.
—Tú nunca lo haces, ¿no? —se burló la señora Xi.