La puerta del laboratorio se abrió repentinamente.
Ruobing entró con autoridad, seguida por dos ingenieros.
—Xia Xinghe, ¿tú lo hiciste, verdad? —le preguntó ella mientras se inclinaba para mirar la pantalla de la computadora de Xinghe.
Evidentemente, la información sobre el diseño del documento estaba en él.
Ruobing sonrió de satisfacción y se notaba en sus ojos.
—Entonces, sí fuiste tú, Xia Xinghe. Robaste información importante del laboratorio y te han agarrado en el acto; ¡explícate!
—¿Robé?
Xinghe quitó su mirada de su trabajo para hacerle esa pregunta. Aunque estaba siendo interrogada de repente por Ruobing, Xinghe mantuvo su usual compostura y gracia.
—Tomar algo sin permiso es robar. Esa información la robaste de mi computadora, ¿cierto? —preguntó Ruobing, señalándola.
A Xinghe no le importó negarlo, y dijo asintiendo: —Es correcto, esto fue de tu computadora.