Xinghe respondió sin pausa: —Si me das a mi hijo de vuelta, cualquiera es suficientemente buena.
Por supuesto, cualquiera menos ella.
—¿Qué vas a hacer entonces? ¿Ahuyentar a todas las mujeres que se me acerquen? —preguntó Mubai con interés.
Su tono parecía sugerir que él la estaba alentando a hacerlo...
La boca de Xinghe se curvó en una ligera sonrisa.
—No estoy tan interesada en tu vida, solo quiero a mi hijo.
—Pero él es mi hijo también y está destinado a permanecer dentro de la familia Xi.
—Ya te dije, encontraré una manera de sacarlo.
—Hay una forma que es bastante simple.
Mubai ladeó su cabeza para mirarla y dijo: —vuelve conmigo.
Xinghe pestañeó ligeramente, pero no hubo un obvio cambio de expresión en su rostro.
Mubai esperó con inexplicable ansiedad por su respuesta. Finalmente, dijo: —Sin duda tienes una imaginación vívida.