Truenos y relámpagos llenaron el cielo, asemejándose a serpientes plateadas bailando con luz blanca deslumbrante. Ruidos ensordecedores viajaron tan lejos como hacia las colinas en el horizonte. Todas las criaturas, sin importar cuán poderosas fueran, parecían ser tan insignificantes como una pequeña mancha en una catástrofe como esta.
El lagarto gigante estaba inquieto, giraba en el suelo y rugía de vez en cuando. De repente, un relámpago golpeó el bosque cercano, causando un ruido sordo y un haz de luz blanca que fulminó la vista a los ojos de todos. Al mirar este horrible fenómeno el lagarto gigante retrocedió unos pasos. Las escamas en su cola se levantaron y dejó escapar unos pocos rugidos furiosos antes de correr a la deriva hacia el bosque. Sus ojos estaban inyectados en sangre, el miedo le había hecho perder por completo su mente.
Luo Yuan vio lo que sucedió y gritó: —Entren rápido, iré tras él.