El lugar estaba lleno de risas y gritos, de insultos y aclamaciones. Las mesas habitaban gente con falta de modales y, alguno que otro,con partes del cuerpo faltantes. Muchos de ellos vestían los monos que se usaban en la minería de asteroides, otros tantos solo pantalones raídos, y pocos usaban camisa.
Al fondo del bar se encontraban hombres peleando con los puños, mientras que al otro extremo, hombres estrellando sus vasos en forma de brindis. Los meseros estaban atareados, trayendo bebidas y comidas por todos lados, y un incauto aterrizó al suelo, consecuencia de las broma de un cliente. El piso tenia pinta que lo limpiaron con el cuerpo de un desgraciado, y uno que otra parte con su cara, y las paredes contenían manchas de comida o restos humanos.
Una sombra se postró en el az de luz que entraba desde la puerta del bar. El lugar se empezó a llenar de un olor de alquitrán quemado con tabaco, mezclado con vino añejado en alguna alcantarilla, con un toque de hierro, muy particular de la sangre. Un sonido de sepultura se cernió, las vista de los clientes se centraron en la puerta, escrutando la silueta que entraba al bar.
La sombra entró caminando a paso seguro en dirección a la barra. Se mostraba el inclemente paso del tiempo sobre su cara que reflejaba las luz, con una barba de nieve y tormenta que poblaba todo su quijada. En la cintura, un cañón negro con mango de madera, el boquete era grande comparado con las armas de una sola mano, y del otro lado, una cimitarra con el filo mellado, como si un perro rabioso hubiera lo hubiera roído, y un mango tan oxidado que era un milagro que aguantara el peso de la hoja. Vestido con su saco sabor a moho y bordes dorados, subió a la barra de un salto.
-Aye...cosmonautas- bebió de su botella en un instante
-Quisiera hacerles una propuesta- sacó de su bolsillo derecho una insignia redonda, con la imagen de una rosa blanca en una cama de espinas.
- Necesito 5 personas, cualquier tipo de escoria, no me importa el tipo.- volvió a sorber de su botella.
-Las primeras 5 personas en abordar mi barco están contratadas- hizo una pausa breve - Muelle 8, hoy a las 11 de la noche, horario de los verdes-
Guardo la insignia y bajo de la barra, camino por donde había entrado mientras las miradas lo seguían y un hombre de tamaño considerable se interpuso en su camino
-¿Y quien te crees que eres para entrar así y llamarnos escoria?- el gigante golpeaba la palma de su mano con su puño
Cross se detuvo, alzó la vista y lanzó una sonrisa que el mismo poseidón hubiera ofendido.
-Cross, Capitán, Anabella Cross- el gigante cambio de un color saludable o un color de hipotermia al instante.
-Y aquellos que no me conozcan- Cross miró alrededor, y con su profunda voz dañada por alcohol alzó la voz.
- Soy el capitán del Santa Anabella-
Cross esquivo al gigante y reanudo su camino mientras vaciaba poco a poco su botella. Se detuvo en el marco de la puerta y dirigió la mirada a la gente, toco su sombrero de tres puntas en forma de saludo y siguió su camino.
...
Cross llegó al muelle que el imperio le estableció, el muelle 8, era el único muelle que podía albergar su barco. Este muelle estaba equipado para naves espaciales que estuvieran fuera de la normativa del imperio, con dos brazos robóticos que giraban horizontal y verticalmente alrededor de la plataforma donde la nave atracaba.
Le dio una moneda de oro al mendigo sentado en la entrada de su muelle que tenía escrito en su cartel "ayude al desgraciado".
-No quiero que me molesten los perros a partir de las 11 hasta el amanecer- dijo Cross.
El mendigo sacó la moneda de su vaso y la mordio.
-Aye... capitan-
El mendigo continuó sentado mientras Cross se alejaba.
...
La gente empezó a juntarse en enfrente de la puerta con un 8 dibujado en rojo.
-La noticia corrió rápido, parece que todos los de la estación orbital están aquí- dijo uno.
-Es Cross, y la leyenda cuenta que Cross no contrata a nadie- Le respondió su compañero
-Eso no es cierto, Cross contrata muy raramente tripulación- la mirada del hombre que se agregó a la conversación se ensombreció - Pero casi nunca regresan vivos de las misiones, se cuenta que Cross está maldito, que no puede tener una tripulación, y todo aquel que lo intente morirá-.
-Ha ha, esos son solo habladurías para que haya menos competencia, todos saben que los que trabajan con Cross, aunque sea una vez, pueden ser contratados inmediatamente por cualquier nave de prestigio categoría uno- el primer hombre sonrió - aunque hayas sido el conserje de Cross, ellos te contratan como su subcomandante-
Las puertas se abrieron, y la gente empezó a correr por el pasillo. Súbitamente, la gente se detuvo al llegar a la plataforma, sus caras mostraban asombro e incredulidad, y sus ojos no podían pestañear ante la nave que se le mostraba enfrente.
Galeon, así es como los libros de historias definían el arquetipo del barco. A la vista saltaba que estaba hecho madera, hongos crecidos y pedazos de rocas incrustados. El casco mostraba las incontables batallas que sobrevivió, los numerosos campos de asteroides que surcó; las grietas mostraban los desiertos helados y los mares ardientes que visitó, pareciera que solo se mantenía armado por propia voluntad. El mástil cerca de la proa (trinquete) estaba cortado por la mitad, como si vientos fuertes lo hubieran cortado, el mástil del centro (Mayor) era como un viejo roble, con cicatrices de la tempestad que á vivido, y el último mástil cerca de la popa (mesana), solo quedaba la base como indicio de que alguna vez existió. Solo había dos velas en el mástil mayor, una raída y coloreada por el sol, colgaba triste en el centro, mientras que en su punta se encontraba una bandera negra, que ondeaba sin viento, dibujada en ella una calavera de cuerpo completo en el centro, a su izquierda, un corazón roto y a su derecha un ataúd con una cruz en la tapa cofre.
Cross apareció en la proa, bebiendo su botella. Observo todos lo contendientes, pensó en lo difícil que sería preguntarles su experiencia de trabajo a cada uno, así que esbozó la misma sonrisa sonrisa socarrona que le dedicó al gigante.
-Bien ratas- Grito y a continuación bajó la voz en modo desafiante -¿Qué esperan?-
Los hombres se quedaron viendo entre ellos, muchos murmullos se escucharon y en un parpadeo, un joven emprendió la carrera en dirección al barco, la gente salió del trance y siguieron el ejemplo del joven. El ambiente no tardó en llenarse de disparos y de choques de armas, la sangre empezó a correr por el piso del muelle y en medio del caos mucha gente decidió escapar del lugar.
Cross escrutaba el campo de batalla, mantenía su mente como los cielos azules, buscando aquello que quería. De un momento a otros el aire se llenó de pólvora y un sonido de trueno atravesó el muelle, mucha gente se tiró al suelo, otros tantos aprovecho esta conmoción para tomar la delantera. Cross mantenía su mano firme en dirección al gigante que había obstruido el paso en el bar. El gigante , con incredulidad, miro el boquete del tamaño de un puño en su pecho. Cross tenia una mirada helada, su boca relajada, "Nadie se mete en el camino del capitán" pensó, unos instantes después el gigante se desplomó.
Cross guardó su pistola que aún humeaba, dio medio vuelta y se dirigió hacia el tablón que había puesto para que los cosmonautas pudieran subir al barco.
Recibió al primero, el joven que salió disparado primero, unas minutos después, un segundo llego, tenia la tapa de la cabeza de metal y anteojos rojos que escondian su mirada, cargaba con él una mochila grande de tela y vestía un mono de minero. Una hora después subió una mujer, con pelo plateado y arrugas en su cara, "caminaba bastante bien para tener una pata de de tubo de metal" pensó Cross. El cuarto fue un chico más pequeño que la media, su cara denotaba que hubiera visto a David Jones en persona, y solo pareciera que viniera armado con su computadora.
Llegando casi el amanecer, Cross estaba dormitando recargado en el barandal del barco, cuando la quinta persona subió. Una mujer alta de pelos dorados con hacha en mano y bañada en sangre. Cross la miró de reojo.
-Tardaste mucho-
-Necesitaba asegurarme de que no quedará más competencia en el muelle- gesticuló una sonrisa helada.
-Bien ya saben el protocolo, pasen su dedo sobre el PDA- cross extendió la tableta al muchacho.
El joven se quedó viendo la pantalla por unos momentos y luego se la pasó a la persona más cercana. Cross se irguió y se acercó peligrosamente al muchacho. Cross esrutó sus ojos, había visto esa mirada antes, la inocencia y el deseo ardían en sus ojos.
-Vaya, vaya, vaya. ¿Que tenemos aqui?, un novato entre nosotros- Cross se alejó de muchacho mientras tomaba de su botella.
-No...no lo soy- dijo el muchacho
-Bueno si es así, registrate, si no, ¿Cómo sabré a quien darle el dinero o tu cuerpo frio cuando termine la mision?-
El joven se hizo pequeño, Cross le arrebató el PDA a la mujer del hacha, mientras ella le dedicaba una mirada asesina.
-Bien, veamos, basurero de metal es joseph - apuntó al hombre de cabeza de metal.
-La pasa podrida es...Matrona- apuntó a la mujer de cabellos plateados.
-La cucaracha escurridiza es Bolmo- apuntó al hombre de la computadora.
- Y la histérica es Geta- terminó el recorrido con la chica de los pelos dorados que no le había quitado la mirada de encima.
-Bueno niño, ¿Quieres ganarte un lugar en esta lista?- se quedó observando al joven mientras que el joven acentuaba lentamente -¿Entonces a que estas dispuesto?-
-A lo que sea- respondió el joven sin titubeos.
Cross mostró su carcajada estruendosa.
-Bien, me gusta esa actitud-
Cross se encaminó a una letrina de madera, abrió la puerta y la borda se lleno de podredumbre y suciedad. La letrina rebosaba de una sustancia entre negra y más negro, las paredes estaban llenas de marcas de dedos y manos. Cross sacó una mopa y un cubeta, se las entregó al joven mientras que observaba como los demás se tapaban la nariz, "Débiles" pensó Cross".
-Lava el muelle, no quiero ni un solo rastro sangre, ¿Entendido?-
-Si, pero- el chico titubeo -¿Donde meto los cuerpos?-
Cross pateó la base de la letrina con fuerza, la letrina se tambaleo, revelando un pasaje secreto al chico. Cross giro hacia los cosmonautas.
-De ahora en adelante, soy su capitán, así que cada vez que se dirijan a mi, la ultima palabra que debo escuchar de su cloaka es capitán ¿ Entendido?-
-Aye, Capitán- respondieron todos como si de un coro se tratara.