La cara de Nangong Xu ya estaba cubierta por una capa de sudor frío. Ese día había informado fielmente de todo lo que se había hecho al Director y al Vicedirector. Aunque no estaba totalmente de acuerdo con la forma en que los dos Directores habían tratado el asunto, aun así, no podía interferir debido a su posición.
Nangong Xu todavía estaba luchaba consigo mismo sobre cómo debía formular una respuesta adecuada, cuando se dio cuenta de que la mano de Long Qi estaba alrededor del mango de la espada que colgaba de su cadera se había tensado repentinamente, ¡y cinco centímetros del reluciente acero estaban siendo expuestos por encima de la vaina!
La insinuación era clara.
Nangong Xu tragó saliva.
No tenía más remedio que relatar con sinceridad todos los acontecimientos que habían tenido lugar aquel día delante de todos. Repitió lo que anteriormente había informado, palabra por palabra, sin cambiar ni una sola sílaba.