Cuando Xiao Meng escuchó los rugidos y sonidos de cornetas, se puso de pie con una expresión seria en su rostro.
Sin embargo, no era capaz de hacer nada. En el siguiente momento, su pecho se puso pesado y comenzó a toser fuertemente. Mientras retrocedía, escupió otra bocanada de sangre negra. En el momento en que la bocanada de sangre salió de su cuerpo, su complexión empeoró aún más.
Parecía que el veneno era realmente potente. Incluso un Santo de Batalla de séptimo grado se volvió débil y frágil cuando se vio afectado por este.
Xiao Meng sacó algunos cristales y se los entregó a Bu Fang antes de voltearse hacia la salida del local. Como uno de los comandantes del imperio, igual debía pelear en las primeras líneas incluso si estuviera envenenado. Era su orgullo como comandante.
…
En el salón principal.