Ante los rostros de estos fornidos hombres había un increíble nivel de energía verdadera, tanto que el gordo Jin y su grupo se transformaron en damiselas humilladas hasta ser llevados hasta atrás. Al no tener el mismo nivel de fuerza, no se atrevieron arriesgarse, lo que significaba que debían sufrir su amargura en silencio.
Bu Fang estaba levemente sorprendido. Este grupo de personas que habían llegado tan temprano, ¿acaso habían venido por la elaboración de las llamas heladas del camino del entendimiento? Había anunciado ayer en la noche, que quien llegara primero, se le servía primero, por lo que esta multitud se había reunido ahí desde muy temprano.
—Propietario Bu, ¡Buenos días! ¿Ya podemos comprar el vino?
Ouyang Zheng rascó su cabeza, con la mirada iluminada mientras veía a Bu Fang.