—Las bestias comenzaron a matarse unas a otras.
Las sonrisas aparecieron en sus caras cuando decidieron esperar y ver.
Las bestias lucharon durante más de media hora, dejando cadáveres por todas partes. El león blanco fue el ganador final. La sangre de otras bestias había teñido de rojo su pelaje blanco como la nieve. Se situó frente a la brecha y gruñó al resto de las bestias, indicando que eran su presa. Las bestias retrocedieron y dejaron la presa para el rey de las bestias.
La manada de bestias había desaparecido, pero el más fuerte de todos, el león blanco, todavía estaba esperando afuera. A medida que arañaba el agujero, la abertura se hizo más grande, por lo que no pasaría mucho tiempo antes de que Yang Dian y Ned no tuvieran dónde esconderse.
Sus corazones se hundieron hasta el fondo.
Ned se mordió los labios y dijo: —Tus heridas son demasiado severas. Sé la carnada, y tal vez pueda sobrevivir.
