—Sí, seguramente habrá un milagro... —Shangxin pareció haber encontrado una nueva esperanza mientras se secaba las lágrimas.
Ella le mostró una sonrisa amarga y habló con un tono de auto-burla.
—Yo soy realmente inútil, me he prometido a mí misma que voy a ser fuerte, pero ni siquiera puedo soportar una prueba tan insignificante. El hermano Xiaosi con seguridad se reiría de mí si me viera en éste estado.
—No te obligues a sonreír si no sientes ganas de hacerlo.
Al sentir lástima por Shangxin, Nian Xiaomu le dio un apretón de mano.
Los tres juntos esperaron afuera de la sala de quirófano.
Al cabo de un largo rato, la luz del quirófano se apagó.
El doctor todavía tenía su mascarilla cuando salió.
Él tenía una mirada lúgubre en su rostro.