En el primer piso del castillo, Bo Jiu sostuvo su teléfono y caminó hacia el sótano mientras le contaba a Hoshino todo lo que había sucedido.
Dentro del aeropuerto, Hoshino se detuvo. Estaba a la mitad de la inmigración. "Z, no lo olvides, Qin Mo todavía está en tu casa".
El dedo de Bo Jiu se detuvo ligeramente. "No importa."
"Está bien." Hoshino miró su reloj de cuero naranja. "Tengo una hora antes de abordar, ¿necesitas que haga algo?"
Bo Jiu levantó la vista. "Vuelve y extermina a los enemigos".
"Sí." Hoshino se rió entre dientes cálidamente, mientras escupía las palabras, "Joven Señor".
El viejo mayordomo sabía que iba a estar ocupada. En general, cada vez que se sometía a tales operaciones, la preparación la inundaba.
Como era de esperar, Bo Jiu pasó todo el día en el sótano. Abrió los dispositivos que tenía delante: había un dron y un coche automatizado en miniatura.
