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En ese momento, todas sus apuestas colgaban de un hilo.
Una moto negra surgió volando del callejón...
El conductor llevaba un casco, su mirada profunda pero suave e intensa. ¡Era Hoshino!
Sostenía el volante con una mano y con un giro brusco, extendió la otra mano hacia Bo Jiu.
¡Swoosh!
La joven se agarró a su brazo. Con un salto, se giró y se sentó en la moto.
Todo sucedió en un instante. Sus acciones eran fluidas y suaves.
Los otros conductores de la misma calle se quedaron perplejos.
Incluso si el equipo de la brigada criminal de la otra calle entraba en acción, era inútil ya que se fueron en una moto de gran potencia, que era ejemplar en cuanto a su descarga, exterior, fluidez y velocidad.
Como una pantera en acción; no era fácil de bloquear.