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En el momento en que terminó su declaración, sonó el teléfono de Bo Jiu.
Ese tono de llamada especial la hizo ponerse tiesa. Tomó su teléfono y miró la pantalla. Aunque no era un número grabado, era una cadena de números muy familiar.
Sabía que si no hubiese sido algo grande, Hoshino nunca la habría llamado.
Bo Jiu miró a la Reina del Cine An.
—Lo siento, tengo que atender esta llamada —dijo Bo Jiu. Con eso, se puso de pie.
Una vez que llegó a la entrada, parecía haberse convertido en una persona totalmente diferente, especialmente sus ojos, que habían tomado un brillo de luz, haciéndola parecer un diablo de la noche, peligroso y misterioso.
—Hola.
—Rao Rong está en problemas —dijo Hoshino mientras continuaba operando su computadora—. Toda la industria del deporte dice que tu partido está arreglado.
—¿Arreglado? —preguntó Bo Jiu arqueando una ceja.
—Mmm.