No era solo una fan.
A pesar de que los otros no hablaron, sostenían el mismo brillo en sus ojos; la misma determinación, calidez e incapacidad para ser destruidos.
Era como si hubieran puesto sus sueños en una persona.
De alguna manera, el chico delante suyo ya no era solo su ídolo, sino también alguien en quien ponían sus sueños.
La pantalla comenzó una cuenta regresiva de cinco minutos y la escena comenzó a cambiar.
Los comentaristas se posicionaron, ajustando los micrófonos para probar el volumen.
El chico, mientras tanto, se quedó inmóvil.
La Hermana Tortuga salió desde el grupo de fans, viéndose como una hermana mayor autoritativa. —Más que sentirse apologéticos, por qué no nos dan un buen encuentro sin algún interés o manipulación, un encuentro que sacuda a la Liga Nacional. ¿No son capaces de eso?
Bo Jiu sonrió, metiéndose ambas manos a los bolsillos. Su sonrisa astuta se extendía por su rostro. —¿Intentas provocarme?