Esa era la razón por la que Fatty la rastreó.
Pero el resultado no era el que él había predicho.
Qin Mo cortó la llamada, tenía una mano en el bolsillo, mientras que giró hacia el joven.
Nadie podía leer los pensamientos de él.
Pero, luego de tres segundos, él agarró el teléfono y marcó otro número.
—Investiga a alguien por mí.
—De acuerdo, capitán, ¿a quién quieres que investigue?
Fatty disfrutaba de tales actividades.
—¿Está conectado con la policía?
La mirada de Qin Mo se profundizó.
—No, no tiene nada que ver con ellos. Investiga a Jiu.
—¿Quién?
Fatty no estaba seguro de haber escuchado correctamente y dejó caer al suelo los palillos chinos.
La voz de Qin Mo permaneció indiferente.
—Escuchaste bien, investiga a Jiu desde el principio y asegúrate de no dejar pasar nada. Hazme saber lo que encuentres.
—Capitán, ¿qué pasa exactamente? ¿Por qué investigas al pequeño Espada de repente?